sábado, 8 de diciembre de 2007

Acerca de las "Tesis sobre Feuerbach"

Adaptación por Felipe Reyes del trabajo original de Horacio Lira.

La problemática central de las tesis sobre Feuerbach recae sobre el concepto "práctica". No está demás recordar que este término es una castellanización de la palabra griega praxis, y que denota una acción consciente dotada de un fundamento volitivo. No hay praxis donde no hay voluntad consciente, deseo predeterminado, proyecto, concepto de la obra a realizar. Aristóteles señala en su metafísica que la contemplación (teoría) es la praxis más elevada que puede realizar el ser humano. Pero estas palabras de Aristóteles tiene una doble lectura: una simplista y reaccionaria, otra profunda y revolucionaria. Para una, la filosofía reaccionaria, Aristóteles habría querido decir que lo más práctico, es quedarse sentado "contemplando" el mundo. Para nosotros -marxistas leninistas[1]- las palabras de Aristóteles apuntan exactamente hacia la doctrina de Lenin: "No hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria"; esto es, si la clase trabajadora no ha desarrollado un proyecto, si su accionar en contra de las estructuras de la explotación no es el resultado de una voluntad consciente fundada en la posibilidad real y concreta - "científicamente demostrada" - de subvertir la actual situación de clase. O sea, efectivamente, la teoría está primero; la rebelión de los esclavos en la antigüedad (Espartaco) y de los campesinos en la edad media (Gioachino ni Fiore) no tenían fundamento revolucionario, no eran el producto de una teoría revolucionaria, y por ello no existió una práctica revolucionaria.
No es "práctica" una acción cuyo resultado no se conoce de antemano. Es un hecho demostrado que Espartaco no supo que hacer después de haber derrotado a las legiones romanas. Los esclavos no pueden ser clase revolucionaria porque aun cuando logran alcanzar el poder, aun cuando logran una revolución triunfante, no pueden darle a ésta una continuidad. Por eso los esclavos no tienen "intelectuales orgánicos", y por eso son incapaces de aniquilar las estructuras de clase.
Los trabajadores modernos, en cambio poseen una poderosa arma contra sus opresores: La filosofía marxista a la que Gramsci llamará filosofía de la praxis. Esta Filosofía es "práctica", no porque sea enemiga de la actitud contemplativa de los filósofos, sino porque extrae de ella consecuencias revolucionarias. La actitud contemplativa es -como dice Aristóteles- no sólo tan práctica como cualquier otra acción humana, sino la más práctica de todas, porque sin ellas las demás carecen de fundamentos.
Por eso para los marxistas la primera práctica revolucionaria es la teoría revolucionaria, pues sin ésta "las prácticas revolucionarias" se vuelven estériles. Fundamentar "teóricamente" la revolución es la más elevada praxis revolucionaria.
Pero Marx nos advierte que "las armas de la crítica no sustituyen a la crítica de las armas", es decir, no basta con demostrar lógicamente que se tiene la razón, porque la razón sin la fuerza es impotente. Pero la fuerza sin la razón es ciega, o sea, no es "práctica".
Una teoría cuyo corolario no es la convocatoria a las masas trabajadoras a derribar el orden social vigente, ciertamente no es una teoría revolucionaria. Aunque no lo diga explícitamente, para ser revolucionaria una teoría debe conciliar una adhesión de los oprimidos a una lucha por la liberación, pues no se entiende el hombre libre sino en cuanto lucha por romper la determinación que le impone la superestructura social y comprende su rol transformador de las condiciones que se le imponen, de su rol indefinitiva, revolucionario.
Por esto que entendemos que la filosofía de Hegel en cierto sentido sería revolucionaria. Pero para que la praxis sea revolucionaria, la filosofía debe ser explícitamente revolucionaria. Por esto mismo la filosofía de Hegel no es revolucionaria en un sentido integral y completo, le falta un sentido práctico explícito. Se trata de transformar el mundo, y para ello es menester "producir" la consciencia que será el sujeto de la transformación: He aquí la función que asume la filosofía a partir de Marx.
Así tenemos en conclusión, que desde Marx, teoría sin práctica no es teoría y práctica sin teoría no es práctica.
[1] El autor se refiere a marxista leninista como marxista revolucionario…revolucionario es el que hace la revolución.

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